miércoles, 17 de octubre de 2012

Tema a nivel internacional de la O.F.S



por Benedetto Lino, OFS

Dossier preparado por el equipo del CIOFS de Formación Permanente

Ewald Kreuzer, OFS, Coordinador

Fr. Amando Trujillo Cano, TOR

Doug Clorey, OFS

 

 

NUESTRA MISIÓN:  LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Esta ficha contiene una parte de la presentación de Benedetto Lino al Capitulo General 2012 en Sao Paulo (Brasil) que nos recuerda el carisma específico de San Francisco en la vida y en la misión de la Iglesia. La misión de la Iglesia y la misión de los franciscanos seglares no son misiones diferentes. Sería muy útil estudiar de nuevo lo que la Regla y las Constituciones de la Orden Franciscana Seglar dicen acerca de la naturaleza y el sentido general de nuestra misión.  

Nuestra misión de la Iglesia


Nuestra Regla comienza precisamente con la naturaleza de esta misión “……hacer presente el carisma del común Padre Seráfico San Francisco en la vida y en la misión de la Iglesia.”

Y la misión de la Iglesia es evangelizar: Evangelizar es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. (Evangelii  Nuntiandi, 14)

Evangelizados: conformados a Cristo, como  Francisco.

Para evangelizar: llevar a Cristo al mundo: ….háganse testigos e instrumentos de la misión de la Iglesia entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra. (Reg.6)

Llevar al Cristo Total

Pero, ¿qué Cristo debemos llevar al mundo?

Nos lo indica con fuerza profética, el Cardenal Roger Etchegaray en su homilía del 9 de Abril del 2000, con ocasión del gran Jubileo de los franciscanos:

Y hoy, en los albores de un nuevo milenio, ¿la aventura franciscana tiene todavía un sentido, tiene todavía alguna probabilidad de éxito? Nunca la verdadera fraternidad ha estado a la vez tan deseada y tan poco vivida. Nunca el carisma franciscano ha sido más actual para ofrecer al Cristo total a un mundo roto que tiene miedo de una fraternidad solidaria de todos los hombres sin exclusión.

Es el Cristo total, todo el Cristo, cada aspecto de Cristo, el que nosotros franciscanos, como Francisco, debemos llevar en nosotros y ofrecer al mundo.

Las áreas del servicio al que estamos llamados son, por tanto, ilimitadas y exigentes.

Una Misión Total

El Crucifijo de San Damián ha confiado a Francisco una Misión inequívoca: “Ve, Francisco, repara mi casa”. “Repara mi casa” se refiere en el modo más extenso y totalizante a toda la casa, a “cualquier cosa” que sea necesario reparar en la Casa-Iglesia-Cuerpo-de-Cristo. No hay límites.

Esta es la tarea a la que estamos llamados, como Francisco, con Francisco y con toda su Familia[1] y, mediante la Regla, la Iglesia nos confía formalmente esta misión.

Inspirados en San Francisco y con él llamados a reconstruir la Iglesia, empéñense en vivir en plena comunión con el Papa, los Obispos y los Sacerdotes, en abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica. (Reg. 6)

La OFS, como asociación pública internacional, está unida con un vínculo particular al Romano Pontífice, del que ha obtenido la aprobación de la Regla y la confirmación de su misión en la Iglesia y en el mundo. (Const. Gen. 99.2).

Nuestra Regla y Constituciones nos dan las pistas esenciales para nuestra misión que, aunque no se desvíen de lo que, de hecho, se pida a todos los verdaderos cristianos por igual, ofrecen una visión de gran profundidad, sacando a la luz lo que la Iglesia piensa de nosotros, de nuestro papel y lo que Ella espera de nosotros.

Véanse en particular: Reg. 6, 10, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19 y 12 y las Constituciones Generales 12 y 17-27.

La brevedad de este artículo no nos permite profundizar en estos aspectos como se merecen y os invito encarecidamente a tomar la Regla y Constituciones para hacer una lectura meditada y profunda de estos artículos.

Nuestra misión es, en fin, lo que la jerarquía de la Iglesia, universal y local, nos indican cada vez, a partir de sus necesidades contingentes, en virtud de la misión que estamos llamados a desarrollar in nomine Ecclesiae, como Asociación Pública de Fieles Internacional (CIC 313), en un diálogo abierto y confiado de creatividad apostólica.

Católica, abierta y universal.

Francisco no quería otra cosa para sí mismo y para sus hermanos, sino ser “católicos”, abiertos, universales, una expresión auténtica del Dios que, por amor sale de la inmanencia Trinitaria, que se encarna, se ensimisma en la profundidad del ser con sus criaturas, se deja interpelar, dejando de ser el “totalmente otro”, para convertirse en solo el “otro”, el Padre, el Hermano, el Amor sin condiciones.

Hombres y mujeres de comunión

Francisco es el hombre de la comunión por excelencia,  es el hombre que de la fraternidad entregada por Jesús ha hecho el centro de su vida.

Francisco tejió lazos de comunión entre todos y todo, las criaturas animadas e inanimadas. Su misión específica ha sido, y es, por tanto, atraer a todos y todo a la unidad de Cristo destruir los guetos, las vallas, y llevarnos de nuevo a la humildad, a la pobreza, a la castidad, a la obediencia de Cristo al Padre, hacernos sentir la belleza de ser verdaderamente hijos del Padre y hermanos universales.

Nosotros hemos heredado la misma misión general de Francisco y, por encima de todo, debemos buscar el Espíritu Santo y su santa operación, como Francisco, y actuar como catalizadores de comunión, destructores de barreras, modelos ejemplares de humildad, de obediencia, de castidad, de pobreza, reconducir todo hacia el único cauce que es Cristo, con y en su Iglesia, impulsando a todos a reconocerse hermanos los unos para los otros.

¿Cómo nos quiere el Señor, Cómo nos quiere la Iglesia? ¡Nos quieren Santos!

Nos quieren diferentes, sí, pero diferentes por la santidad, una santidad que se aproxime a la de San Francisco,  anticonformistas, valientes, apasionados. Diferentes porque son cristianos totales, como Francisco

La Iglesia cuenta con nosotros.

Acabamos de recordar el mensaje del beato Juan Pablo II al Capítulo General de 2002: La Iglesia espera, la Iglesia desea, la Iglesia espera ...

Y la Iglesia siempre ha expresado claramente qué se espera de nosotros.                                                     

“Y haced, hijos de San Francisco, que aquellos que acusan a la Iglesia de haber polarizado su centro de interés en otros aspectos del cristianismo, doctrinales, cultuales o prácticos, y no en Cristo Jesús, puedan reconocer en este Santo, «vir catholicus, totus apostolicus», y en sus hijos fieles seguidores, que perpetúan su testimonio, la prueba de la “primacía en todas las cosas” (Col 1, 18) de la realeza que la Iglesia confiesa y celebra por nuestro Señor Jesucristo.” Y aun más:

“Otros lo harán de otra manera, la vuestra es la... del anticonformismo. No despreciéis  las maneras de vuestro estilo franciscano con tal que llevadas con digna sencillez,  puedan resumir la eficacia de un lenguaje libre y audaz, tanto más apto para impresionar al mundo, cuanto menos en consonancia con los imperativos de su gusto y su moda.” (Pablo VI en  el Capitulo OFM 22 de junio 1967)

“Ser un franciscanos no significa presentarse con un distintivo particular, o endosarse una divisa especial, sino tener una magnanimidad singular, la libertad de espíritu, capacidad de cruzar fronteras y los patrones, en solidaridad con todos aquellos necesitan comprensión y amor. El seguidor de Francisco no puede ser sectario, iconoclasta, racista, beligerante, sino que por donde pase debe sembrar la serenidad y la confianza, en una palabra, la paz y el bien.[2]

Se precisa pasión, una pasión grande, como la de Francisco:

“La OFS tiene una gran misión en la Iglesia, una razón para vivir y ofrecer vuestra vocación, asumiendo un compromiso concreto que se ajuste a vuestra secularidad. Es preciso: Asumir el pasado con gratitud, Vivir el presente con pasión, preparar el futuro con gran esperanza.

Un franciscano sin pasión es mejor que se vaya.

Se debe estar alerta y despiertos para ser profetas hoy. Yo sólo pido que,  donde quiera que estéis, más que escuchar vuestras palabras, la gente pueda ver que sois diferentes. Es absolutamente urgente tomar un nuevo rumbo.” (Fr. José R. Carballo OFM)[3]



[1] “La visión de Inocencio III, de Francisco, que sostiene la Basílica de Letrán, la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo en su expresión histórica y central, unitaria y jerárquica, y romana, a adivinado la vocación y misión de vuestra gran familia religiosa.”(2 Cel. 17). Pablo VI en la Asamblea General OFM Capítulo 22 junio, 1967.
[2] Ortensio da Spinetoli OFM Cap. “Francesco: l’Utopia che si fa storia”, p. 13.
[3] Fr. José Rodríguez Carballo, Ministro General OFM, en el Capitulo General OFS, noviembre de  2005, y en la Visita Pastoral a la Presidencia del CIOFS, Abril 2006.

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