por Benedetto
Lino, OFS
Ewald Kreuzer, OFS, Coordinador
Fr. Amando Trujillo Cano, TOR
Doug Clorey, OFS
NUESTRA MISIÓN: LA MISIÓN DE LA
IGLESIA
Esta
ficha contiene una parte de la presentación de Benedetto Lino al Capitulo
General 2012 en Sao Paulo (Brasil) que nos recuerda el carisma específico de
San Francisco en la vida y en la misión de la Iglesia. La misión de la Iglesia
y la misión de los franciscanos seglares no son misiones diferentes. Sería muy
útil estudiar de nuevo lo que la Regla y las Constituciones de la Orden
Franciscana Seglar dicen acerca de la naturaleza y el sentido general de
nuestra misión.
Nuestra misión de la Iglesia
Nuestra misión es la
misión de la Iglesia, de toda la Iglesia. “Francisco ve, repara mi
casa”, toda la casa no solo una parte.
Nuestra
Regla comienza precisamente con la naturaleza de esta misión “……hacer presente el carisma del común Padre Seráfico San Francisco en la vida y en la
misión de la Iglesia.”
Y la
misión de la Iglesia es evangelizar: Evangelizar es la gracia y la vocación
propia de la Iglesia, su identidad más profunda. (Evangelii Nuntiandi, 14)
Evangelizados: conformados
a Cristo, como Francisco.
Llevar
al Cristo Total
Pero, ¿qué
Cristo debemos llevar al mundo?
Nos lo
indica con fuerza profética, el Cardenal Roger Etchegaray en su homilía del 9
de Abril del 2000, con ocasión del gran Jubileo de los franciscanos:
Y hoy, en los albores de un nuevo milenio, ¿la
aventura franciscana tiene todavía un sentido, tiene todavía alguna
probabilidad de éxito? Nunca la verdadera fraternidad ha estado a la vez tan
deseada y tan poco vivida. Nunca el carisma franciscano ha sido más actual para
ofrecer al Cristo total a un
mundo roto que tiene miedo de una fraternidad solidaria de todos los hombres
sin exclusión.
Es el Cristo total, todo el Cristo, cada
aspecto de Cristo, el que nosotros franciscanos, como Francisco, debemos llevar
en nosotros y ofrecer al mundo.
Las áreas
del servicio al que estamos llamados son, por tanto, ilimitadas y exigentes.
Una Misión Total
El Crucifijo de San Damián ha
confiado a Francisco una Misión inequívoca: “Ve, Francisco, repara mi casa”. “Repara mi casa” se refiere en el
modo más extenso y totalizante a toda la casa, a “cualquier cosa” que sea
necesario reparar en la Casa-Iglesia-Cuerpo-de-Cristo. No hay límites.
Esta es
la tarea a la que estamos llamados, como Francisco, con Francisco y con toda su
Familia[1] y, mediante la
Regla, la Iglesia nos confía formalmente esta misión.
Inspirados en San Francisco y con él llamados a
reconstruir la Iglesia, empéñense en vivir en plena comunión con el Papa, los
Obispos y los Sacerdotes, en abierto y confiado diálogo de creatividad
apostólica. (Reg. 6)
La OFS, como asociación pública internacional, está
unida con un vínculo particular al Romano
Pontífice, del que ha obtenido la aprobación de la Regla y la confirmación
de su misión en la Iglesia y en el mundo. (Const. Gen.
99.2).
Véanse en
particular: Reg. 6, 10, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19 y 12 y las Constituciones
Generales 12 y 17-27.
La
brevedad de este artículo no nos permite profundizar en estos aspectos como se
merecen y os invito encarecidamente a tomar la Regla y Constituciones para
hacer una lectura meditada y profunda de estos artículos.
Nuestra
misión es, en fin, lo que la jerarquía de la Iglesia, universal y local, nos
indican cada vez, a partir de sus necesidades contingentes, en virtud de la
misión que estamos llamados a desarrollar in
nomine Ecclesiae, como Asociación Pública de Fieles Internacional (CIC
313), en un diálogo abierto y confiado de
creatividad apostólica.
Católica,
abierta y universal.
Francisco
no quería otra cosa para sí mismo y para sus hermanos, sino ser “católicos”,
abiertos, universales, una expresión auténtica del Dios que, por amor sale de la inmanencia Trinitaria, que
se encarna, se ensimisma en la profundidad del ser con sus criaturas, se deja
interpelar, dejando de ser el “totalmente otro”, para convertirse en solo el
“otro”, el Padre, el Hermano, el Amor sin condiciones.
Hombres y mujeres de comunión
Francisco
es el hombre de la comunión por
excelencia, es el hombre que de la fraternidad entregada por Jesús ha
hecho el centro de su vida.
Francisco
tejió lazos de comunión entre todos
y todo, las criaturas animadas e inanimadas. Su misión específica ha sido, y
es, por tanto, atraer a todos y todo a
la unidad de Cristo destruir los guetos, las vallas, y llevarnos de nuevo a
la humildad, a la pobreza, a la castidad, a la obediencia de Cristo al Padre,
hacernos sentir la belleza de ser verdaderamente hijos del Padre y hermanos
universales.
Nosotros
hemos heredado la misma misión general de Francisco y, por encima de todo,
debemos buscar el Espíritu Santo y su
santa operación, como Francisco, y actuar como catalizadores de comunión,
destructores de barreras, modelos ejemplares de humildad, de obediencia, de
castidad, de pobreza, reconducir todo hacia el único cauce que es Cristo, con y
en su Iglesia, impulsando a todos a reconocerse hermanos los unos para los otros.
¿Cómo nos quiere el Señor,
Cómo nos quiere la Iglesia? ¡Nos quieren Santos!
Nos
quieren diferentes, sí, pero
diferentes por la santidad, una
santidad que se aproxime a la de San Francisco,
anticonformistas, valientes,
apasionados. Diferentes porque son cristianos totales, como Francisco
La
Iglesia cuenta con nosotros.
Acabamos
de recordar el mensaje del beato Juan Pablo II al Capítulo General de 2002: La Iglesia espera, la Iglesia desea, la
Iglesia espera ...
Y la
Iglesia siempre ha expresado claramente qué se espera de nosotros.
“Y haced, hijos de San Francisco, que aquellos que acusan a la Iglesia de
haber polarizado su centro de interés en otros aspectos del cristianismo,
doctrinales, cultuales o prácticos, y no en Cristo Jesús, puedan reconocer en este Santo, «vir catholicus, totus apostolicus», y en sus hijos fieles seguidores, que perpetúan su testimonio,
la prueba de la “primacía en todas las
cosas” (Col 1, 18) de la realeza que la Iglesia confiesa y celebra por nuestro Señor
Jesucristo.” Y aun más:
“Otros lo
harán de otra manera, la vuestra es la...
del anticonformismo. No despreciéis
las maneras de vuestro estilo franciscano con tal que llevadas con digna
sencillez, puedan resumir la eficacia de un lenguaje libre y audaz,
tanto más apto para impresionar al mundo,
cuanto menos en consonancia con los imperativos de su gusto y su moda.” (Pablo
VI en el Capitulo OFM 22 de junio 1967)
“Ser un
franciscanos no significa presentarse con un distintivo particular, o endosarse
una divisa especial, sino tener una
magnanimidad singular, la libertad de espíritu, capacidad de cruzar fronteras y
los patrones, en solidaridad con todos aquellos necesitan comprensión y amor. El
seguidor de Francisco no puede ser sectario, iconoclasta, racista, beligerante,
sino que por donde pase debe sembrar la
serenidad y la confianza, en una palabra, la paz y el bien.”[2]
Se
precisa pasión, una pasión grande,
como la de Francisco:
“La OFS
tiene una gran misión en la Iglesia, una razón para vivir y ofrecer vuestra
vocación, asumiendo un compromiso concreto que se ajuste a vuestra secularidad.
Es preciso: Asumir el pasado con gratitud, Vivir el presente con pasión,
preparar el futuro con gran esperanza.
Un franciscano sin pasión es mejor que se vaya.
[1] “La visión de Inocencio III, de Francisco, que
sostiene la Basílica de Letrán, la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo en su
expresión histórica y central, unitaria y jerárquica, y romana, a adivinado la
vocación y misión de vuestra gran familia religiosa.”(2 Cel. 17). Pablo VI en la Asamblea General OFM Capítulo 22 junio,
1967.
[2] Ortensio
da Spinetoli OFM Cap. “Francesco: l’Utopia che si fa storia”, p. 13.
[3] Fr. José Rodríguez Carballo, Ministro General OFM, en el
Capitulo General OFS, noviembre de 2005,
y en la Visita Pastoral a la Presidencia del CIOFS, Abril 2006.
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